Se va repleto de amenazas de muerte un año de palitos. Me hirió malamente; quede oyendo gritos en los pasillos de la mente. Oponiendo la cordura a las costumbres de las gentes. Destaco mi figura, sin quererlo, soy valiente pero hay armas que apuntan hacia el pecho y la frente. Exigen preguntas que hacen corroerme; las escribo y no me excusan de la angustia de no ver que solo sufren quienes luchan. La idea es defender lo que solemos llamar cucha y le elegimos presidente. Esta Argentina, de la que usted es gerente, es la que vuelve en cada caída, en cada semilla; prosigo en mis trece, será con sonrisas, serán payasadas o acaso historias de un Che marca Guevara que se queda y guerrea, que fuma marihuana al terminar la universidad. Tiene un mañana, ofrece la verdad: “es aquel quien encara el que va a averiguar como ir dorando las canas”. Porque envejecer pasará en el aire, en el cielo, en el mar, en la patria donde le van a enterrar y será las raíces de un árbol frutal de menos cica